1, 2, 3 hablar: Cuida la voz, la expresión y la exposición diciembre 18, 2019 – Posted in: Formación – Tags: ,

Si has tenido oportunidad de leer los posts anteriores; 1.-Conoce el tema como conoces a tú familia, 2.- Ten claro el objetivo y apóyate en un guion, y 3.- Empieza bien y termina mejor; y estás a punto de enfrentarte a tu auditorio, te podrá ser de utilidad la clave que ahora vamos a desarrollar: Cuida la voz, la expresión y la exposición.

La voz es el instrumento natural con el que estamos dotados y como si de un instrumento musical se tratara hay que cuidarlo. Cuatro elementos principales debemos tener en cuenta:

  • La dicción (acción de decir) que debe ser lo más limpia y musical posible, vocalizando bien y construyendo frases concretas y no demasiado largas. Una buena práctica para mejorar la dicción son los trabalenguas o practicar la lectura en voz alta, ejercicio este último muy adecuado para aquellos que tengan que leer delante del auditorio.
  • La intensidad, (volumen) que debe ser la adecuada para el lugar donde nos encontramos y siempre dirigir la voz, si no tenemos micrófono, al rincón de la estancia más alejado de nosotros.
  • La velocidad (cadencia) que empleemos, que no debemos mantener constante, ya que haría muy monótono nuestro discurso. Al igual que cuando escribimos que podemos resaltar una frase en negrita, con el lenguaje podemos minorar nuestra velocidad cuando queramos resaltar alguna parte de nuestro discurso.
  • Y por último el tono de voz que viene determinado por lo grave o aguda que sea nuestra voz y por como marquemos nuestras expresiones.

En la obtención del mejor rendimiento de estos elementos influye la respiración y como impostar o lanzar al exterior nuestra voz. Si tenemos más caudal de aire en nuestros pulmones conseguiremos mantener las frases más tiempo y tener un mayor tono de voz. A ello nos ayuda enormemente la respiración diagramática que es una técnica usada por cantantes, nadadores y practicantes de apnea.

Además, de esto, si aprendes a impostar la voz, tratando que retumbe en nuestro paladar como si fuera una bóveda de una catedral, conseguiremos una mayor calidad en nuestra voz y no castigaremos tanto nuestras cuerdas vocales. Estas técnicas requieren de entrenamiento y disciplina, pero son muy adecuadas para profesionales que tengan que emplear frecuentemente el instrumento de la voz.

La expresión corporal es otra de las claves de una buena puesta en escena y tiene mucho que ver con la imagen que proyectemos de nosotros a los demás. Imagina un ponente que no gesticule, que esté rígido, que se agarre al atril, lo encontraríamos completamente incomunicativo. Los gestos, sobre todo con las manos, recalcan un punto de vista y ayudan a entender la estructura del discurso.

Trata de explicar que es una “cosa fofa o flácida” sin mover tus manos.  Nuestro lenguaje corporal tiene muchísima influencia en lo que trasmitimos, si decimos una frase positiva y al mismo tiempo lo negamos con la cabeza, nuestro auditorio hará más caso a lo que dice nuestra cabeza que a la frase que hayamos pronunciado. Repartir la mirada entre el auditorio de forma rápida y frecuente hará sentirse participe a las personas que nos escuchan. El empleo del silencio, sin que sea incomodo, es otra potente herramienta al alcance de los más avanzados, para hacer reflexionar a un auditorio o conseguir atraer la atención sobre el ponente.

Y por último la exposición, basada en la confianza que tengamos en nosotros mismos como ponentes. El pánico escénico o por lo menos cierto nerviosismo antes de actuar, es algo habitual incluso en profesionales y en pequeñas dosis debe considerarse como algo positivo ya que nos hará mantenernos alerta y exigirnos algo más en nuestras presentaciones. Conocer el tema, conocer al auditorio, haber practicado, tener objetivos claros, disponer de un guion, conocer los medios técnicos disponibles y llevar una ropa apropiada con la que nos sintamos cómodos y acorde con el entorno donde vayamos a actuar nos ayudará a sentirnos más seguros y a vencer ese pánico negativo. Además, el auditorio no notará que estas nervioso hasta que no pase un tiempo y nosotros nos iremos sintiendo mucho más seguros si nos dejamos de preguntar qué hacemos allí en ese momento y nos centramos en el desarrollo de nuestra intervención.

En los próximos post, y si nos acompañas, trataremos las dos últimas claves

5.- Nosotros somos los protagonistas, los medios auxiliares nuestros colaboradores.

6.- Y, para terminar: tienes que creértelo

Colaborador

Emilio Gómez Rojo

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123hablar@gmail.com